EL POLEN, UN VALIOSO PRODUCTO

08.05.2017

El polen es un valioso producto apícola que cuenta con gran cantidad de nutrientes imprescindibles para el desarrollo de la abeja. Su uso en alimentación humana como suplemento alimentario podría ayudar a suplir algunas carencias nutricionales tan habituales en la dieta actual. 


Polen y pan de abeja

La palabra polen deriva de la palabra latina pollen, que significa harina fina o flor de harina.

El polen es la simiente masculina de las flores, simiente que el viento o los insectos se encargan de diseminar y hacer llegar al pistilo femenino de las mismas especies botánicas.

Este polvo tan fino está constituido por minúsculos gránulos y es capaz de albergar toda la energía y todos los nutrientes necesarios para la formación de una nueva planta.

Las abejas normalmente recolectan el polen de las mismas flores de las que recolectan el néctar. Mientras que unas abejas pecorean el néctar de la flores para fabricar la miel, las abejas nodrizas, especializadas en mantener las larvas, recogen el polen de la corola de la flor y, mezclándolo con un poco de néctar y sus secreciones salivares, lo aglutinan formando pequeñas bolitas que, depositadas en una especie de minúsculas canastillas (corbículas) situadas en el hueco de sus patas traseras, son transportadas hasta la colmena.

Una vez en la colmena, las abejas se desprenden del polen dentro de las celdillas del panal, generalmente en la zona próxima a donde están las larvas. Allí, las abejas depositan el polen y lo compactan con ayuda de su cabeza formando una capa de polen.

A continuación, esta capa es cubierta con una fina capa de miel para protegerlo de la contaminación microbiana no deseada. Después se depositará otra capa de polen y así, sucesivamente, hasta completar las celdillas.

Una vez cubiertas las celdillas, el calor y la humedad del interior de la colmena favorecen que el polen germine y, tras desprenderse la envoltura que lo protege, inicie un proceso de fermentación ácido-láctica, resultado de la acción de bacterias y levaduras.

El polen almacenado sufre así una serie de transformaciones químicas que lo convierten en un producto final más ácido y rico en proteínas solubles y aminoácidos libres, conocido como pan de abejas. La presencia de ácido láctico que se forma durante la fermentación (3-3.2%), contribuye a la conservación del producto y lo preserva en buen estado.

El pan de abejas puede conservarse sin alterarse por largo espacio de tiempo, en un lugar fresco y seco.

 ¿Cómo se elabora el polen?

Para recolectar el polen, el apicultor interpone en la entrada de la colmena una especie de trampa, llamada cazapolen o recogepolen, que no es más que una rejilla con multitud de agujeros del tamaño de la abeja. De este modo, la abeja al pasar a través de ella para entrar a la colmena, roza con sus patas los bordes de esos agujeros y se desprenden parte de las bolitas de polen que llevaba en sus patas, que caerán en un cajón situado en la parte inferior del cazapolen.

Ahí se irá almacenando gran parte del polen que han traído las abejas a lo largo del día. Diariamente, el apicultor vacía el cajón, ya que, de lo contrario, al permanecer húmedo, el polen fermentaría rápidamente, y lo traslada a su almacén, donde lo seca a una temperatura no superior a los 48ºC para extraer toda la humedad posible (ésta no deberá exceder el 5%) y evitar así que se deteriore.

Después de seco, el polen se limpia de cualquier posible impureza y seguidamente se almacena, resguardándolo del calor y de la humedad.

Esta forma de recolectar el polen, siguiendo las pautas de manejo recomendadas, no perjudica el buen desarrollo de las colmenas.

¿Cómo lo utilizan las abejas?

En las condiciones normales, las abejas no utilizan el polen recolectado en estado fresco sino el elaborado como pan de abejas. Los gránulos de polen tal cual poseen una sólida capa externa, lo que dificultaría su digestión por parte de las abejas. Su transformación en pan de abeja vuelve el alimento fácilmente digerible y queda disponible para ser utilizado incluso para las larvas.

Para las abejas adultas, el pan de abejas es necesario para la producción de jalea real, fermentos salivares y la cera, además resulta imprescindible en el desarrollo de las glándulas hipofaríngeas y para la formación de los cuerpos adiposos que permite a la abeja pasar el invierno.

Esto ocurre al inicio de su vida adulta, antes de que salgan de la colmena a pecorear. Las larvas, que no van a ser reinas, en el cuarto día de vida comienzan a alimentarse con el pan de abejas. Si se alimentaran con polen tal cual, su desarrollo se retrasaría.

Polen o pan de abeja, como suplemento de la dieta

El polen muestra diferentes colores con una amplia gama de matices. Según la planta de la cual proceda, hay polen blanco, amarillo, rojo, verde, violeta, etc. Desde el punto de vista de la apiterapia, se considera que un polen multicolor es mejor para el consumo puesto que implica una mayor diversidad de néctares y, por lo tanto, ofrece una amplia variabilidad de nutrientes y propiedades.

El polen aporta todos los nutrientes necesarios para el desarrollo de las larvas. Su contenido en hidratos de carbono, proteínas, grasas y vitaminas lo convierte en esencial para los primeros estadios de vida de la abeja.

En alimentación humana, en lo que respecta a su valor nutritivo, el polen contiene:

- Agua. El contenido en agua ronda el 10-12% en el polen fresco y alrededor de un 4% en el polen seco.

- Hidratos de carbono. Constituyen la fracción mayoritaria, representando hasta un 60% del total. Son los responsables de su alto valor energético, unas 377 Kcal/100 g.

- Proteínas. Su contenido es muy variable, desde un 10% a un 37%, dependiendo de la planta de la cual proceda. Pero, sobre todo, el polen es muy rico en aminoácidos. En concreto, el polen aporta ocho aminoácidos esenciales para el organismo, que éste no puede sintetizar y deben ser aportados a través de la dieta (leucina, isoleucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina). Además, destaca su abundancia en prolina e hidroxiprolina, aminoácidos involucrados en la producción del colágeno, así como en la reparación y mantenimiento de huesos y músculos.

- Grasas. La cantidad de lípidos varía entre un 1% y un 20% dependiendo de la especie de la cual proceda. Entre sus grasas, destaca su aporte en ácidos grasos esenciales, como el ácido linoleico y el ácido linolénico.

- Vitaminas. El polen es una buena fuente de vitaminas del grupo B, principalmente biotina, ácido fólico y de vitamina C, así como de tocoferoles (precursores de la vitamina E) y carotenos (precursores de la vitamina A), de acción antioxidante.

- Minerales. Contiene minerales tan esenciales para el organismo como el calcio, fósforo, hierro, cobre, cinc, sodio, potasio, manganeso, cobalto y selenio (de acción antioxidante).

- Otros componentes. Dada su compleja naturaleza, en él también están presentes resinas, colorantes naturales, enzimas, que actúan como catalizadores en el metabolismo (amilasa, invertasa y fostatasas), sustancias antibióticas activas, hormonas y flavonoides, como la rutina, con una acción antioxidante, vasodilatadora, antiespasmódica y antiinflamatoria, además de ejercer un efecto beneficioso sobre la formación de colágeno.

En cuanto al pan de abeja, en general, es un producto natural que aporta cualitativamente los mismos nutrientes que el polen, del que tan sólo se distingue por haber sufrido una fermentación láctica o un mayor contenido en vitamina K.

Sin embargo, el pan de abeja puede duplicar y casi triplicar el valor nutritivo del polen cuantitativamente, presentando un mayor contenido en proteínas solubles, aminoácidos libres y monosacáridos.

Además, como resultado del proceso de fermentación, el pan de abeja es un producto que se asimila y digiere mejor que el polen, siendo mejor tolerado. Al pan de abeja no se le conoce reacción adversa alguna, a no ser su sabor, para algunas personas. Si las alergias al polen son raras, son completamente desconocidas en el caso del pan de abejas.

Propiedades saludables del polen

La medicina empírica ha atribuido al polen múltiples virtudes desde un punto de vista dietético y terapéutico basándose en la diversidad y en la calidad de los nutrientes que aporta.

El polen, al igual que otros productos apícolas, como la miel o la jalea real, no es un alimento milagro, aunque su inclusión en la dieta como suplemento de una alimentación sana puede ayudar a preservar la salud o conseguir mejorar nuestro estado vital por su aporte de nutrientes.

Entre las propiedades más destacables atribuidas al polen figuran las siguientes:

- El polen es un excelente reconstituyente en estados carenciales, de debilidad o agotamiento físico o psíquico y, como tal, es indicado en la dieta de los deportistas, estudiantes en épocas de exámenes, en situaciones de astenia, insomnio, depresión e irritabilidad.

- Aumenta la hemoglobina y favorece la proliferación de glóbulos rojos, por lo que es recomendado en ciertos tipos de anemias.

- Regulariza el tránsito intestinal y es muy eficaz en el estreñimiento.

- Ayuda a normalizar los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, por lo que se aconseja en casos de arteriosclerosis.

- Facilita la recuperación de peso en enfermos convalecientes o personas muy delgadas, en caso de anorexia o pérdida de apetito.

- Tiene propiedades antibióticas y estimula el sistema inmunitario.

- Supone un excelente aporte de nutrientes para la piel y el cabello y, como tal, está presente en muchas preparaciones cosméticas.

- Por su contenido en rutina, un compuesto flavonoide con acción vasodilatadora y antiinflamatoria, se recomienda en problemas circulatorios, como varices, hemorroides y edemas.

Sin embargo, conviene tener presente que algunas de las propiedades que le han sido atribuidas popularmente no tienen una base científica sólida que las justifiquen, aunque sí que es cierto que algunas de sus acciones han sido observadas y se ha evidenciado un cierto valor terapéutico.

Recomendaciones para su uso y consumo

El polen puede incluirse en la dieta de cualquier persona sana, como complemento de su alimentación. Prácticamente no existen contraindicaciones, a excepción de las personas que padecen de insuficiencia renal, que no deben tomar polen sin prescripción facultativa.

Pero, existe una gran controversia respecto a que las personas alérgicas al polen puedan o no consumirlo. Hay quienes recomiendan su ingestión a fin de crear inmunidad contra la alergia a ciertos tipos de polen. Pero, lo cierto es que no hay nada científicamente demostrado en este sentido y, en el caso de algunos alérgicos al polen, sobre todo al polen de plantas compuestas, podría darse el caso de reacciones alérgicas severas al ingerir polen. Por lo que en estos casos, conviene ser muy cautos y no tomar el polen sin consultar antes al médico.

La ingestión de polen puede ocasionar en algunas personas especialmente sensibles, pequeñas molestias intestinales (gases, diarrea, náuseas), que desaparecen a los pocos días de empezar a consumirlo.

El polen, generalmente, se presenta en forma de bolitas o gránulos multicolor y se suele consumir en estado natural masticándolo bien para que se rompan las envolturas de sus granos y libere todos sus nutrientes y así poder ser asimilados por el organismo, o bien mezclado con otros alimentos, como leche, miel, mermelada, yogurt, etc.

Se aconseja tomarlo por la mañana, poco antes de desayunar, aunque al principio de los tratamientos, puede ser recomendable tomarlo en medio de las comidas hasta acostumbrar al organismo.

La dosis recomendada es de una a dos cucharaditas en adultos, y en niños sólo una. El polen se debe conservar en lugar seco y fresco, a fin de evitar un posible enmohecimiento o fermentación.

Dra. Dª. Ana Haro García 

Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos

Universidad de Granada


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